En dos cosas estaremos todos de acuerdo. Primera, hacer ejercicio es sano. Segunda, descubres músculos que no sabías que tenias por el dolorcillo inacabable que tienes en algunas partes de tu cuerpo al día siguiente.
Extrapolemos.
Primero, correr es sano. Segundo, correr te proporciona agujetas en piernas y abdominales. Pocas, y sólo cuando hace tiempo que no corres, de acuerdo, pero agujetas. Y cuando acabas de correr, con la cara de satisfacción por haber logrado el objetivo del día que te habías propuesto, lo primero en lo que piensas es en cómo afrontaras el siguiente día y en cómo mejorar.
Lo segundo es ¿soy sadomasoquista? "No, no, duele porque no tengo los músculos acostumbrados a ese tute". Y en lugar de pensar en cómo no tener agujetas te pones a pensar si hacer unos minutos más al día siguiente, si 500 metros más, si una vueltecita más a la manzana, etc.
Sea como sea, agujetas entre medio, es innegable que hacer ejercicio es sano. Lo decía el presentador de Saber Vivir. Eso sí, con unos kilitos de más y una flacidez muscular, como mínimo, sospechosa.
¡Y ojito!, porque hay que vigilar muy mucho el ejercicio que se escoge para entrenar. Hay ejercicios con más riesgo para la salud que otros. Por ejemplo, levantar el codo. Lástima que no sea deporte olímpico porque hay algunos por mi barrio que iban a ganar el oro, la plata y el bronce. Lo que no se les puede negar es afán de superación. Yo me lesiono una rodilla y paro de correr. ¡Ellos se lesionan el codo y levantan el otro!
Y estoy casi seguro del todo que...¡sin agujetas!
Lo cual nos lleva a la conclusión: la práctica de algo nos lleva a la perfección de ese algo.
Extrapolemos.
Para correr rápido primero has tenido que correr lento. Para correr muchos kilómetros primero has tenido que correr apenas unos pocos.
Así que, no dudes que hacer ejercicio es sano, porque lo es (más que levantar el codo) y, con agujetas o sin ellas, ¡CORRE, POLLO, CORRE!
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